Kostya: Sobrevivir a un cáncer y a una guerra a los 6 años

La historia que hizo que Kostya -un niño ucraniano de tan solo seis años al que le encanta bailar, los videojuegos y las matemáticas- entrara en muchos hogares donde está considerado un gran héroe, de los que no llevan capa, comenzó en abril de 2021. Fue en ese tiempo cuando su padre contactó con la Clínica Universidad de Navarra para ser valorado de un osteosarcoma, un tipo de cáncer de huesos para el que este centro es referencia a nivel europeo en tratar. 

Solo unas semanas después de ese primer contacto, sus padres llegaron con él a la ciudad de Pamplona, era un niño tímido que estaba padeciendo los dolores de una enfermedad que le había borrado su sonrisa y las horas de sueño que debía tener a su edad, además de parte de su infancia y sus ganas de jugar y vivir. 

Los especialistas lo tenían claro: había que tratar rápidamente aquel tumor maligno -de 16 centímetros- que se había alojado en su fémur poniéndole su vida en riesgo. Así, comenzaron unas sesiones de quimioterapia que le provocaban náuseas, vómitos, un agotamiento anormal en un niño de su edad y la caída radical del pelo. 

Semanas después llegó la cirugía y se extirpó el tumor para luego reconstruir su fémur dañado con su propio peroné, una operación que duró ocho horas, pero que le permitió volver a andar apoyado de unas muletas. Kostya había recuperado la sonrisa y las ganas de vivir, aunque aún tenía que restablecer el rango de movilidad de su extremidad. 

Pero, otro varapalo llegó a su vida. El 24 de febrero de 2022, aún no había pasado un año, estalló el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania y con él se interrumpió el desarrollo de la recuperación del niño, que se tuvo que encerrar en un búnker junto a su familia. Dormía en un colchón en el suelo que sus padres le habían preparado con mucho cariño, junto a las muletas que aportaban color a la oscuridad de la construcción de hormigón y una tablet para entretenerse viendo los dibujos. 

Kostya y su familia vivían en la ciudad de Lviv, a unos 500 kilómetros de Kiev -capital de Ucrania-. Tras dos semanas protegiéndose de las bombas en su búnker, el 11 de marzo la familia logró cruzar la frontera con Polonia y en dirección a Varsovia para instalarse allí de forma temporal. 

En España el seguimiento de la historia se conoce gracias al traumatólogo que trató al niño en Pamplona, el doctor José María Lamo de Espinosa, quien además expidió un certificado en el que se contaba la situación del pequeño para que les fuera más fácil cruzar las fronteras entre países. Preocupado por la situación que estaban viviendo el doctor Lamo se puso en contacto con la familia desde el mismo 24 de febrero a través de las redes sociales, e incluso les ofreció alojamiento en Pamplona. 

El deseo del médico es que la situación cambie y que esta familia encuentre la estabilidad que merece después de tanto tiempo luchando por su bienestar. Explicaba en su perfil de Twitter que la madre del pequeño le había contado que su deseo era volver a ver a su hijo bailar y disfrutar como debe hacer un niño de su edad, a lo que Lamo le contestó que el suyo es que lo haga “volviendo a ser un niño, dejando la capa de superhéroe, definitivamente colgada”.