¿Qué imagen te viene a la cabeza con la palabra “tejer”? Es fácil pensar en mujeres, reunidas en torno a una mesa, colaborando entre ellas mientras charlan y tienen en sus manos lanas y agujas. Esta actividad es muy importante para ayudar a los demás en un colectivo del País Vasco. ¿Cómo? Tejiendo solidaridad.
Esto es lo que hacen un grupo de mujeres de Vitoria (Tejiendo en Vitoria) junto con la ONG Noupops. No sólo es una ayuda para ellas mismas sino también para bebés prematuros. Las patas de los pulpitos tejidos con lana por estas mujeres solidarias, simulan el cordón umbilical de sus madres con el que han jugado los bebés durante la gestación en el vientre materno. Cuando nacen y están en la incubadora, el tacto de las patas de lana de los pulpos les conecta con sus progenitoras ayudándoles a recuperarse más rápido. Ya hay 35 hospitales de toda España que cuentan con ellos.
Pero no es solo esta la labor que realizan desde Tejiendo en Vitoria. Rodeadas de ovillos, lanas y agujas, han tejido una red de colaboración mútua con numerosos proyectos solidarios. Más de una decena de mujeres se reúnen semanalmente en el local de su organización y hacen de su pasión un regalo altruista.
Cada una de ellas tiene una mochila personal y no solo hablamos de la que llevan con sus agujas, hilos de ganchillo y lanas. Todas tienen una historia que las ha llevado a la asociación. Algunas de ellas están solas y este tiempo elaborando prendas les sirve de terapia para estar acompañadas.
La promotora de ‘Tejiendo en Vitoria’ es Piedad Santamaría, que 9 años atrás decidió acompañar a su hermana, que no estaba pasando por un buen momento, a tejer. Para darle salida a las prendas que tejían conoció diferentes colectivos con fines solidarios. Esto la animó a poner en marcha su propia iniciativa: bufandas y gorros para personas desprotegidas en la ciudad. Así, poco a poco, fue encadenando proyectos solidarios.
Algunos de ellos son el programa que realizan con la asociación IAIA de Madrid: ponchos para niños y niñas que estaban en colegios pasando frío cuando en la pandemia por COVID era necesario tener las ventanas abiertas en clase, mantas para gente sin techo, ropa para prematuros en hospitales, distintas prendas para el frío en los colegios de Alto Atlas, vendas de hilo de algodón egipcio para personas afectadas por distintas enfermedades, manguitos sensoriales para personas con Alzheimer y una larga lista.
Además, cuentan con el programa de concienciación para respetar el planeta ‘Tejer para leer’ donde elaboran cuentos. Una larga lista de iniciativas que a veces, se dejan ver de forma más notable en la ciudad, como el traje de lana que llevó la escultura de San Prudencio.
El reto que tienen ahora entre manos es conseguir una manera de sufragar la gran cantidad de lana que consumen. Muchas veces el dinero sale del bolsillo de las usuarias y no es fácil de afrontar ese gasto en algunas ocasiones. Otras veces, asociaciones o empresas del sector les donan ovillos para seguir tejiendo solidaridad a raudales. Piensan en cómo instalar un sistema de huchas para que la gente pueda hacer donativos que les permitan continuar o lanzar campañas para que la solidaridad encuentre la punta del inicio de la madeja de lana pero no el final.