Narayanan Krishnan, el chef del pueblo

Niño pobre hambriento

El protagonista de esta historia es, para muchos, un héroe. Pero tal vez solo se trate de un ser humano que ha encontrado su camino: el de ser útil a los demás.

Darle sentido a nuestra existencia y a la de nuestros iguales es un signo de fortaleza y alimenta las ganas de vivir. Narayanan afirma que la felicidad está en el dar y su historia nos reafirma un discurso lleno de verdades y de significado.

EL CHEF DE LOS POBRES

Nadie dudaba de las múltiples habilidades culinarias del joven Narayanan Krishnan. Estaba destinado a ganar premios como nuevo chef mientras trabajaba en un lujoso hotel cinco estrellas en Suiza.

En uno de sus viajes para ver a su familia, en su ciudad natal de Madurai en la India, Narayanan tuvo una experiencia que le marcaría y cambiaría su destino.

Nunca había visto a una persona comer tan rápido

“Vi a un hombre muy viejo que, literalmente, se estaba comiendo su propio excremento por el hambre”, recuerda Narayanan. “Regresé al hotel y pregunté qué tenían disponible. Tenían idli. Lo compré y se lo di al viejo. Créeme, nunca había visto a una persona comer tan rápido. Mientras comía, sus ojos estaban llenos de lágrimas. Eran las lágrimas de la felicidad”, declaró para diversos medios el joven.

EL PROPÓSITO DE LA VIDA

Narayanan Krishnan jamás regreso a Suiza, se quedó en la India para fundar en 2003 la ONG Akshaya Trust.

“Alimentamos a los indigentes, a los viejos y a los enfermos mentales que han sido abandonados por la sociedad. La gente está sufriendo por falta de alimento. Si no los alimentamos, morirán de hambre”, confiesa.

Desde entonces ha servido más de un millón de comidas a las personas mayores y con discapacidad mental abandonadas por sus familias en las calles de Madurai.

Si no los alimentamos, morirán de hambre

Pero su labor no sólo abarca la alimentación. También corta el cabello y afeita a casi 400 personas al día. Es un trabajo de tiempo completo.

“Les corto el cabello, les afeito y les baño. Para ellos, sentirse de nuevo seres humanos ha demostrado tener un gran impacto psicológico”, reconoce. Hechos como éstos hacen que tengan una mano en la cual apoyarse y les recobra la esperanza de vivir.

Narayanan dice sentirse muy feliz, siente que lo que está viviendo no es un sueño, es más que eso, es su alma. Dice que las personas a las que alimenta todos los días son la energía que le mueve a vivir y que atenderles es el propósito de su vida.

El protagonista de nuestra historia no se siente un iluminado, ni un dios, ni un santo. Narayanan está convencido de que todos somos iguales. La diferencia es que él se lanzó y fue valiente, poniendo todos sus esfuerzos en mejorar a la humanidad.

Pero dentro de todos nosotros existe esa empatía con el prójimo, esa bondad, esa naturaleza. Lo complejo es quitar todas esas capas que nos imposibilitan ver con claridad y elegir nuestro camino desde el corazón.