Cuando ser un niño prodigio es un dilema

Los niños prodigio se reconocen fácilmente. Son personas que, en su corta existencia, desarrollan una serie de habilidades inusuales para su edad. Sin embargo, es difícil equilibrar su desarrollo emocional, intelectual y social. Y si no se identifica a su debido tiempo, puede producir un retraso o desajuste que más tarde pasará factura en su trayectoria vital.

Son muchos los casos conocidos de pequeños que conquistaron masas en su dulce infancia pero más tarde encontraron problemas para sobrevivir. Y así, se vieron envueltos en conflictos emocionales que les arrastraron incluso al abuso de la droga o a problemas con la ley. Desde el clásico Macaulay Culkin o las adorables hermanas Olsen hasta el famoso y actual Justin Bieber. Niños con un talento más que evidente que, en un porcentaje, acaban sufriendo las consecuencias de una fama precoz.

Macaulay Culkin o las adorables hermanas Olsen son algunos niños prodigio que han tenido una madurez marcada por la inestabilidad emocional

Y es que estos niños han sido protagonistas de una infancia con grandes exigencias, especialmente psicológicas, que inevitablemente han derivado en trastornos difíciles de superar en la edad adulta. Muñecos rotos, objetos televisivos o títeres inconscientes son algunos de los términos con los que coloquialmente se apoda a estos jóvenes talentosos. Y al fin y al cabo todos lo que tienen en común es que en su momento no han podido decidir su camino.

NIÑOS PRODIGIO DE LA HISTORIA

A pesar de ser Hollywood la cuna de la mayoría de estos casos, en el panorama nacional tenemos ejemplos por todos conocidos como Joselito y Marisol. Estrellas juveniles que han padecido problemas personales en su etapa madura. Estrellas en plató que en ocasiones han culminado su existencia con un trágico final. Pero no solo existen genios interpretativos. En todas las ramas del arte y las ciencias vemos ejemplos de niños portento con taras emocionales irreparables.

En España, Joselito o Marisol son algunas de las estrellas de la pequeña y gran pantalla que han tenido problemas personales

Mozart, Picasso o Virginia Woolf, entre otros, fueron personas con capacidades excepcionales que han pagado un alto precio por su reconocido talento. Hablamos de casos en los que el genio nace y tiene que convivir con ello. Son personas brillantes en su profesión y consiguen el éxito con facilidad, pero… ¿qué consecuencias trae consigo esa popularidad?

En muchos de estos casos, no son solo ellos quien lo padece, mentes complejas que socialmente no encajan y contagian de inestabilidad a su alrededor. La indolencia y la falta de empatía son rasgos inequívocos de algunos grandes genios, aunque en algunos casos es fácil empatizar.

Las personas con grandes cualidades suelen ser emocionalmente intensas y a menudo se sienten anormales. Experimentan con frecuencia conflictos internos, son muy autocríticos y conviven con la ansiedad y los sentimientos de inferioridad. Esto nos lleva al origen, a la raíz del problema, a cuando ser un prodigio es un dilema. Y es que cuando se tiene un don debe servir para prosperar.